Imaginar el futuro es algo intrínseco al ser humano, desde tiempos inmemoriales nuestros antepasados han reflexionado sobre lo que nos depara, cómo será, qué habrá y qué no, que mantendremos, incluso nuestra cultura está llena de libros o películas sobre esto. Somos un animal curioso y esto es algo propio de nuestro ADN que a lo largo de la historia en general nos ha ayudado a ser mejores.
Hay predicciones hacia el futuro que fueron reales, como la videollamada que fue el tema principal de una publicidad de la empresa canadiense Seagram Company en los años cuarenta del siglo pasado. Otras como ciudades techadas o cubiertas con una burbuja aún no se han llevado a cabo y no sabemos si llegarán o si realmente tienen sentido.
Estos dos ejemplos que hemos mencionado fueron lanzados en un momento en el que parecía imposible lo propuesto y por lo tanto, era muy difícil ser preciso con ellas. De nosotros como especie interplanetaria se lleva hablando mucho tiempo y los avances en este campo no paran de sucederse aunque a día de hoy es casi imposible saber cuándo y cómo llegará, si es que realmente llega a ser real.
Otras pueden ser mucho más cercanas y tangibles, por ejemplo en los años 90 muchos emprendedores se lanzaron a crear negocios relacionados con internet, todos ellos creían sin duda que internet sería el futuro y realmente así lo está siendo. Una buena parte de ellos lograron sus objetivos, otros no, pero se puede decir que todos estaban en lo correcto al confiar en esta nueva tecnología.
A día de hoy parece relativamente evidente que todos los coches del futuro serán propulsados de forma limpia y sostenible, sin saber cuándo ni con qué tecnología, pero parece inevitable desde la óptica de nuestros días.
Por supuesto siempre habrá escépticos ante cualquier posibilidad en el futuro y seguramente sea hasta la postura más razonable. Ya es difícil saber qué sucedió exactamente en el pasado, saber qué está pasando justo en este momento, cuanto más qué pasará en dentro de 5, 10 o 50 años.
Si a día de hoy nos paramos a pensar cómo será el mundo dentro de 10 años, además de usar energías más sostenibles, es fácil pensar que los asistentes virtuales como Alexa o Siri estarán muchos más integrados en nuestra vida y que nos ayudarán con el internet de las cosas. Posiblemente el metaverso cada vez sea más real y más práctico. Igualmente podemos pensar en que no estará. El dinero en metálico parece tener los días contados, sin adentrarnos en si usamos alguna criptomoneda como el bitcoin o una especie de euro digital, pero si que casi todos somos conscientes de esta tendencia.
Ahora lanzo una pregunta: ¿alguien es capaz de poner en duda que podremos contratar servicios por internet de la misma manera que hoy compramos un producto?
Cuando queremos comprar algo como unas deportivas o unos auriculares, en internet podemos encontrar una amplia variedad de ofertas, precios, experiencias de usuarios e información detallada sobre cuando nos llegaran a casa y como podemos devolverlas en caso de algún inconveniente.
Lo mismo va a pasar con el mundo de los servicios, no tenemos ninguna duda. Para nosotros es imposible imaginar un futuro de otra manera. Además nos aventuramos a decir que no será muy lejano.
Ahí es donde queremos estar.
Nuestro objetivo es ser ese futuro, que cualquier persona pueda contratar un servicio online con todo tipo de garantías e información verificada sobre cómo será ese servicio, a que coste, anteriores experiencias de otros usuarios, y cualquier otro detalle.
De la misma forma, queremos conseguir que cada trabajador que quiera trabajar por su cuenta pueda hacerlo eficientemente, facilitarle una red de contactos y ayudarle a conseguir clientes. Esta es nuestra visión, empoderar a cada trabajador, a cada persona que quiera usar su talento para servir a los demás.
Como dije al inicio, nadie sabe qué nos depara el futuro pero tenemos claro que nuestra idea va a estar ahí.